Tipos de Apego en la Crianza: Una Guía Consciente para Sanar y Criar con Amor Real
- MamitaAmigaMujer
- Jul 21
- 6 min read

Solo 1 de cada 3 niños desarrolla un apego seguro.
Si alguna vez te sentiste culpable por perder la paciencia, si te preguntas por qué a veces te cuesta consolar a tu hijo o si temes estar repitiendo patrones de tu infancia, este artículo es para ti.
Vamos a hablar de los tipos de apego desde un lugar cercano, amoroso y también con mucha evidencia. Porque cuando entendemos de dónde vienen nuestras reacciones, podemos empezar a transformarlas.
🔎 ¿Qué es el apego y por qué importa tanto al criar?
El apego es el vínculo emocional profundo que un bebé forma con su figura de cuidado principal. Este lazo se empieza a formar desde el nacimiento (incluso antes), y no se trata sólo de estar presente físicamente, sino de estar emocionalmente disponible, sensible y responsiva a las necesidades del bebé.
El psiquiatra infantil John Bowlby fue quien desarrolló la teoría del apego. Su investigación demostró que las experiencias tempranas con nuestros cuidadores modelan nuestras expectativas sobre el mundo: si seremos amados, si nuestras emociones serán validadas, si el mundo es un lugar seguro o no.
La investigadora Mary Ainsworth, con su estudio de la "Situación extraña", identificó distintos tipos de apego: seguro, evitativo, ansioso y desorganizado. Estos estilos no son etiquetas definitivas, pero ayudan a entender cómo nos relacionamos y criamos.
Un metaanálisis publicado en Attachment & Human Development estima que solo el 58% de los niños en poblaciones occidentales tienen apego seguro (van IJzendoorn & Bakermans-Kranenburg, 2010). Y los porcentajes pueden ser menores en contextos de alta adversidad.
Eso significa que muchas estamos criando desde historias emocionales que aún están abiertas.

Los 4 tipos de apego: cómo se ven al criar y cómo se pueden transformar
Apego Seguro: cuando el amor se siente como refugio
En la crianza se ve así:
Puedes sostener el llanto sin sentir que es tu culpa.
Nombras lo que siente tu hijo y no tratas de cambiarlo rápido.
Pones límites con empatía, sin miedo ni amenaza.
Si te equivocas, sabes reparar.
Cómo se formó este estilo: Estos niños fueron criados por adultos emocionalmente disponibles, que los consolaban con paciencia cuando lloraban, que los escuchaban cuando tenían miedo y que respetaban sus emociones. Sabían que, ante una caída o un problema, sus padres iban a responder con calidez y consistencia.
Base científica: Los niños con apego seguro tienen mejor regulación emocional, mayor empatía, mejor rendimiento escolar y menos riesgo de trastornos de salud mental. Esto está respaldado por estudios longitudinales como los del NICHD Study of Early Child Care and Youth Development.
Cómo fomentarlo:
Míralo a los ojos cuando necesita consuelo.
Escucha antes de corregir.
Permítele sentir sin juzgar ni minimizar.
Responde con calidez incluso cuando estás agotada.
Apego Evitativo: cuando aprendiste a no necesitar a nadie
¿Te ha pasado esto?
Tu hijo llora y lo primero que quieres hacer es calmarlo rápido para que deje de llorar.
Sientes que debería poder hacer las cosas solo.
Te incomodan sus emociones intensas.
Origen: ¿cómo lo criaron? Un niño que desarrolló apego evitativo probablemente tuvo cuidadores que evitaban el contacto emocional. Si lloraba, le decían “no es para tanto”, “ya pasó” o simplemente lo dejaban solo. Le enseñaron que ser fuerte era no necesitar. Con el tiempo, ese niño aprendió que mostrar emociones lo alejaba del cariño, no lo acercaba.
Investigación: Estudios como los de Main y Solomon (1990) muestran que los niños con apego evitativo muestran menos señales de angustia, pero tienen niveles elevados de cortisol (la hormona del estrés) cuando son separados de su figura de apego. Es decir: no es que no sufran, es que aprendieron a disimularlo.
Sanar este estilo implica:
Aprender a quedarte con tu hijo en su emoción, sin apurarlo ni distraerlo.
Frases como: "Aquí estoy, puedes llorar, no estás solo".
Reaprender a validar tus propias emociones para poder sostener las suyas.
Terapia de apego o crianza consciente puede ser clave.
Apego Ansioso: cuando sientes que nunca es suficiente
Se ve así:
Necesitas controlar todo: horarios, comida, sueño.
Te culpas si tu hijo llora o se frustra.
Te cuesta poner límites por miedo a que tu hijo se aleje de ti.
Origen: ¿cómo lo criaron? Los niños con apego ansioso crecieron con cuidadores muy afectuosos a veces… y completamente ausentes otras veces. Podían tener una madre amorosa un día y desconectada o molesta al siguiente. Eso enseña que el amor no es seguro. Que hay que esforzarse por merecerlo. Y entonces, de adultos, sentimos que tenemos que hacerlo todo perfecto para ser queridas.
Base científica: La ansiedad de apego en la adultez se asocia con mayor reactividad emocional y dificultad para regular el estrés (Mikulincer & Shaver, 2007).
Sanarlo implica:
Reconocer que no todo depende de ti.
Dejar espacio para la frustración sin querer resolverlo todo.
Fortalecer tu autoestima y pedir ayuda sin culpa.
Repetirte que mereces amor incluso cuando te equivocas.
Apego Desorganizado: cuando el amor también asustaba
¿Cómo se ve al criar?
Un día estás amorosa y paciente, y al siguiente gritas o te desconectas.
Sientes que no sabes qué hacer, ni cómo sostener.
Reacciones impulsivas seguidas de mucha culpa.
Origen: ¿cómo lo criaron? Estos niños crecieron con figuras de apego que también los asustaban: podían ser violentos, negligentes, gritar, desaparecer o incluso castigar de forma impredecible. A veces había abrazos y ternura, y al día siguiente silencio o castigo. Eso deja una huella muy confusa: el amor también dolía.
Estudios como el de Lyons-Ruth et al. (2005) vinculan el apego desorganizado con dificultades severas en la regulación emocional y patrones relacionales caóticos en la adultez.
Sanarlo requiere:
Mucha autocompasión: no estás rota. Sobreviviste como pudiste.
Identificar tus "disparadores" emocionales.
Frenar antes de reaccionar. Practicar la pausa.
Buscar apoyo terapéutico especializado.
Reparar con tu hijo: decir "me equivoqué" es poderoso.
¿Se puede sanar el apego? Sí, y empieza contigo
Sanar no significa culpar a tus padres. Significa entenderte para poder elegir diferente.
Y aunque no hayas crecido con un apego seguro, puedes construirlo desde ahora. Cada vez que eliges quedarte, respirar, no castigar, mirar con ternura… estás reparando. Estás criando con presencia. Estás criando con amor seguro.
¿Por qué es tan importante en la infancia?
Estudios han demostrado que el apego seguro en la infancia se asocia con:
Mayor regulación emocional.
Menor riesgo de trastornos de ansiedad y depresión.
Mayor empatía y habilidades sociales.
Mejor rendimiento académico y autoestima.
📊 Según la Universidad de Harvard, los niños con vínculos seguros tienen un 75% más de probabilidades de desarrollar resiliencia ante situaciones adversas.

💛 10 Estrategias para criar con apego seguro
Muéstrate emocionalmente presente: Cuando tu hijo se frustra porque su torre se cayó, no le digas "no es para tanto". Acércate, míralo a los ojos y dile: "Sí, entiendo que te frustres. Aquí estoy contigo. Podemos intentar de nuevo juntos si quieres".
Valida lo que siente antes de corregir: Si empuja a su hermanito, primero valida la emoción: "Estás enojado porque querías ese juguete. Es normal sentirse así." Y luego puedes enseñar: "Pero no está bien empujar. Vamos a buscar otra forma de decir lo que necesitas."
Calma primero, enseña después: Si llora porque no quiere dejar el parque, no expliques de inmediato. Conéctate con la emoción: "Te entiendo, te estabas divirtiendo mucho. A veces da pena irnos." Cuando se calme, entonces explicas: "Necesitamos irnos porque ya es hora de almorzar".
Crea rutinas predecibles: Por ejemplo, todas las noches: pijama, cuento, luces tenues y abrazo. Esa secuencia predecible da seguridad al sistema nervioso.
Fomenta la autonomía con apoyo: Deja que se vista solo aunque se equivoque. Si tarda, acompáñalo sin apurarlo: "¿Te ayudo con la manga o lo intentas tú primero?".
Repara siempre que te equivoques: Si gritaste, vuelve con humildad: "Me enojé y grité. No fue justo. Lo siento. Estoy aprendiendo también."
Juega con libertad y sin agenda: Métete en su mundo. Si quiere ser un dinosaurio, tú también. No corrijas, no dirijas. Solo sé parte.
Habla de emociones en casa: Usa cuentos, dibujos o ejemplos cotidianos para nombrar lo que sienten: "Hoy me sentí frustrada cuando se me quemó la comida. ¿Tú te has sentido así?"
Celebra el esfuerzo, no solo el logro: "Vi cómo seguiste intentando encajar las piezas. Eso requiere mucha paciencia. ¡Estoy orgullosa de ti por no rendirte!"
Cuida tu salud mental: Dormir, pedir ayuda, hacer pausas. Tu regulación emocional es la base para poder sostener la suya.
Cerrar con ternura: criar diferente también es sanar tu historia
Lo que viviste no te define, pero sí te explica. Y ahora que lo sabes, puedes elegir distinto. No perfecto, no sin errores, pero sí con más conciencia, más presencia y más amor real.
Cada vez que eliges quedarte cuando antes te ibas, cada vez que nombras una emoción en vez de callarla, cada vez que reparas... estás sembrando apego seguro. Estás transformando la historia.
Y eso es una forma poderosa de amar.
Si este artículo te acompañó, puedes seguirme en redes sociales como @MamitaAmigaMujer para más contenido sobre maternidad consciente, apego y crianza emocional.
Comments